Una nueva generación de algoritmos es capaz de personalizar el precio de los productos en función de lo que está dispuesto a pagar el usuario.
Internet está lleno de trucos. Los hay por donde quieras que vayas. En los últimos tiempos, esos trucos se han acrecentado debido al uso de los algoritmos. ¿Sabías que esta tecnología podría hacer que pagaras más por un determinado producto o servicio? Te contamos cómo funciona y cuáles son sus trucos.
El que pagues más o menos por un determinado producto se debe a una nueva generación de algoritmos. Estos algoritmos son capaces de personalizar los precios en función de lo que esté dispuesto a pagar cada cliente.
Hasta hace no mucho se pensaba que para predecir lo que pasaba por la mente del consumidor bastaba con tener una bola de cristal. Ahora ya no hace falta. Los datos hacen todo el trabajo. La información es poder. Y el algoritmo sabe de cada cliente incluso de qué pie cojea. Hay que tener en cuenta que cuando se navega por Internet se está proporcionando a Google información muy valiosa. La Red sabe desde el perfil del consumidor, su nivel de estudios e incluso su renta.
Navegar de incógnito
El funcionamiento de este tipo de algoritmos es bien sencillo. Las aerolíneas, hoteles y plataformas de movilidad fueron los pioneros en la utilización de este tipo de herramientas. Pero ahora están en todas partes. Los programas están diseñados para mejorar por sí mismos de manera continuada mediante el aprendizaje por refuerzo, un sistema de recompensas y castigos, de prueba y error.
Una recomendación para evitar que el algoritmo de los precios haga de las suyas y se aproveche es navegar siempre con el modo incógnito.
Aún así, hay que tener en cuenta que no todo es negativo en el uso de los algoritmos en Internet. Hay empresas que han sabido sacarle el lado positivo para el consumidor. Hace un año IKEA puso en marcha una novedosa iniciativa con la que permitió a los clientes pagar diferentes precios por los productos en función del tiempo que emplearon en llegar a la tienda. No todo iba a ser malo, ¿no?