El sector sanitario puede gestionar de manera ágil las grandes cantidades de información que se generan, además de elaborar predicciones sobre el avance de distintos tipos de enfermedades y hacer estimaciones sobre la evolución de un paciente.
La supercomputación lleva años desempeñando un rol clave en el ámbito sanitario, ayudando a descubrir nuevos medicamentos, desarrollando terapias médicas adecuadas a las necesidades y condiciones de los pacientes y monitorizando el estado de estos.
De esta forma, la Inteligencia Artificial y el uso de nuevas tecnologías y herramientas se han vuelto esenciales para la correcta gestión de los recursos. “La supercomputación nos permite tener más datos y poder analizarlos en grandes cantidades, en contextos en los que no se pueden dividir datos, como en temas de genómica, necesitamos un superordenador para poderlos procesar”, destaca Juli Climent, director del área de Inteligencia Artificial de ASHO, empresa líder en España en codificación sanitaria.
En la actualidad, los datos se han convertido en el nuevo combustible que permite el desarrollo de nuevas formas de trabajar y, gracias a la supercomputación, el sector sanitario puede administrar de manera ágil las grandes cantidades de información que se generan, además de elaborar predicciones sobre el avance de distintos tipos de enfermedades y hacer estimaciones sobre la evolución de un paciente.
Una apuesta necesaria por la digitalización
No obstante, para Climent, “el desarrollo de este tipo de tecnologías requiere una digitalización previa”. Y es que, con la ayuda de la tecnología, “los profesionales sanitarios podrán tomar mejores decisiones y, por lo tanto, la práctica asistencial y el beneficio del paciente mejorará considerablemente”, sostiene el experto.
En este sentido, una supercomputadora trabaja con una alta capacidad de procesamiento y precisa de una gran instalación y sistemas de refrigeración avanzados. Es necesario, por lo tanto, contar con una gran superficie e invertir en profesionales que puedan programar correctamente la máquina. “Cada cálculo y operación arroja una gran cantidad de información que debe ser ordenada y clasificada. Es cierto que las máquinas tienen una gran capacidad para el análisis de datos a gran escala, pero para que esta tarea se realice correctamente, es necesario que los especialistas las configuren correctamente”, explica Climent.
Barcelona, referente de la supercomputación
El supercomputador más potente del mundo, Fugaku, cuenta con 7,6 millones de núcleos y una potencia de hasta 537.212 teraflops por segundo. Se encuentra en el RIKEN – Center for Computational Science de Japón y está diseñado por Fujitsu.
Así lo recoge la lista TOP500, que clasifica las supercomputadoras más importantes del mundo y en la que China y Estados Unidos acaparan la mayor presencia, con 173 y 149 supercomputadoras respectivamente.
El Barcelona Supercomputing Center es el único centro español que se encuentra en esta selecta lista, ocupando el puesto 88 con la supercomputadora MareNostrum.
Precisamente, este 2022, ASHO y el Barcelona Supercomputing Center se aliaron para el desarrollo de un protocolo técnico que pueda servir como base para la implementación de recursos y componentes software para extraer información de relevancia en el ámbito de la codificación a partir de datos en forma de textos clínicos.
Así, ASHO tendrá la capacidad de hacer una identificación y seguimiento de pacientes en base a los textos médicos gracias a la captación, estructuración y explotación de datos.