Con la llegada de la Covid-19 y la declaración del estado de alarma, las empresas y los trabajadores nos vimos súbitamente obligados a cambiar nuestras condiciones de trabajo y, en la medida de lo posible, trasladarlo a nuestros hogares.
Según un informe de Vida, trabajo y Covid elaborado por Eurofound (Fundación Europea para la Mejora de las condiciones de vida y trabajo), el 40% de las horas trabajadas por los ciudadanos de la UE durante la pandemia fueron desde los domicilios.
No solo teletrabajábamos, si no que hacíamos otras muchas acciones que el confinamiento no nos permitía hacer de otra manera: hacer la compra, contratar servicios o interactuar con nuestros proveedores habituales de servicios bancarios y de telefonía. En definitiva, nos estábamos digitalizando de una manera forzada porque no teníamos otras opciones.
El 40% de las horas trabajadas por los ciudadanos de la UE durante la pandemia fueron desde los domicilios
Y la pregunta es, ¿hacía falta una pandemia para conseguir esta transformación digital?
Aunque la digitalización ya había comenzado, ha habido un punto de inflexión que ha hecho que gobierno, ciudadanos y empresas nos pongamos las pilas y aceleremos.
Uno de los sectores más digitalizados es el bancario, donde la irrupción del Big Data ha supuesto un cambio de paradigma: los procesos son ahora más ágiles y sencillos. Con la llegada de nuevos players al mercado como Google, Amazon y PayPal, la digitalización del sector es una obligación. Los sistemas de decisiones basados en reglas que se usaban en la banca son mejorados por modelos de Machine Learning que recogen todos los datos de los clientes y permiten verlos de una forma unificada. Se tienen en cuenta todos los productos contratados y el registro que deja su huella digital cuando interactúan con el banco desde los diferentes canales.
Pero en este sector ya hace años que se introdujo la tecnología en la optimización de recursos y en la oferta de servicios innovadores que cubriesen las necesidades de los clientes. Además, es una manera de diferenciarse del resto de competidores.
Llegaron las Fintech, empresas que, ayudadas de las nuevas tecnologías, mejoran las ofertas de los bancos y proponen alternativas con productos innovadores.
En España en el año 2014 las Fintech ya habían levantado más de 90 millones de euros. Esta cifra ha ido aumentando progresivamente hasta alcanzar los de 245 millones en 2019 según un informe de Finnovating.
Predecir la demanda de productos con algoritmos de gestión y planificación, reforzar la seguridad en los entornos web y el desarrollo de las criptomonedas, son algunos de los objetivos que buscan las Fintech. Este sector se ha abierto paso en la banca y se ha visto enormemente favorecido con el impulso digital que hemos vivido desde la llegada de la pandemia.
Áreas como la banca móvil, crowdfunding y crowdlending, gestión de riesgo, préstamos y asesoramiento financiero están a la cabeza de los servicios más demandados dentro de la oferta de estas compañías abanderadas por el uso de la tecnología.
Desde PiperLab hemos detectado un incremento en la demanda de soluciones y servicios como el scoring de riesgos donde, mediante modelos algorítmicos, podemos obtener cálculos de riesgo crediticio, probabilidades de fraude o scores de default, o predicción de abandono, a través del cual, se pueden identificar los factores que ocasionan la posible baja, abandono o desuso de productos como tarjetas de crédito, depósitos o productos de inversión.
La agilidad que necesitan estas Fintech viene favorecida por el anteproyecto de ley del 2018 para la transformación digital del sistema financiero. El anteproyecto, aprobado el pasado noviembre por la Comisión de Asuntos Económicos y Transformación digital del Senado, contempla el desarrollo de un Sandbox, un espacio de pruebas controlado y regulado que permitirá probar proyectos innovadores que aún no cuentan con un marco regulatorio propio. De esta manera permite mejorar la prestación de los servicios financieros, incrementando la competitividad y el desarrollo tecnológico de nuestro país.
La crisis financiera derivada de la sanitaria puede verse amortiguada por la atracción de empresas extrajeras que quieran operar en nuestro Sandbox español, invirtiendo en startups y atrayendo talento.
Según la AEFI, este proyecto de ley puede generar 5.000 nuevos empleos directos además de conseguir inversiones por valor de 1.000 millones de euros, unas cifras que resultan muy atractivas en un año 2021, que, de momento, sigue castigado por la pandemia.