La organización de las tareas o la definición de los turnos son algunas de las nuevas funciones de estas herramientas. Es el futuro del trabajo que no solo afecta a las empresas tecnológicas.
Cada vez más compañías recurren a la IA para monitorizar a sus empleados, una tendencia que se ha visto acelerada por la pandemia y el teletrabajo. Aunque según el artículo 38 del Estatuto de los Trabajadores, las empresas pueden adoptar medidas de vigilancia y control hacia sus empleados, existe una limitación: que no se invada la intimidad del trabajador.
Los algoritmos en el mundo del trabajo
Katherine C. Kellogg, Melissa A. Valentine y Angèle Chistin, del MIT y la Universidad de Stanford, establecieron seis tareas que los algoritmos permiten hacer a las personas responsables de RRHH: evaluar, sustituir o recolocar, limitar, recomendar, almacenar sus datos y premiar.
Lo que hace falta, y demandan desde la Organización Internacional del Trabajo, es una regulación sobre estas herramientas para evitar los riesgos que pueden derivarse de un mal uso de ellas. “Hay que evitar cualquier uso perverso. La lógica de un algoritmo puede ser correcta, pero en su programación puede tener factores modificadores que pueden incorporar un sesgo , bien por incompletos, o por tratarlos fuera de contexto”, asegura Alfonso Díez de DXC Technology.
Para que el uso de algoritmos en el mundo del trabajo sea legal, las empresas deben ser transparentes e informar a la plantilla de su existencia. Por otro lado, los expertos aconsejan que lo mejor es dejar claro al empleado a qué tipo de control está siendo sometido en todo momento. “Las compañías estarán obligadas a ofrecer información a la representación legal de los trabajadores en cuanto al uso de estos algoritmos y sistemas de IA con repercusión sobre las condiciones de trabajo”, afirma Carlos Gutiérrez Calderón, secretario de Juventud y Nuevas Realidades del Trabajo de CCOO.