El Big Data da más poder a los políticos que saben utilizarlo

El Big Data permite a los políticos hacer su trabajo de una forma más eficiente y aportar mejores ideas en los debates públicos.

Los datos no son nuevos, pero a menudo lo olvidamos. De hecho, hasta Sherlock Holmes reconoció el poder de los datos, como podemos deducir de una de sus citas más famosas: «Es un error capital teorizar antes de tener datos. Insensiblemente uno empieza a retorcer los hechos para adaptarlos a las teorías, en lugar de que las teorías se adapten a los hechos».

Esto es especialmente relevante para nosotros en una época de noticias falsas y en la que se puede decir que los políticos son más responsables que nunca gracias a nuestra nueva capacidad de procesar y entender los datos. Los políticos se dan cuenta de que cada vez es más difícil «tergiversar los hechos para adaptarlos a las teorías» cuando miles de aspirantes a Holmes acuden a Reddit para desacreditarlos.

Los datos son tan importantes hoy en día que han superado al petróleo como el recurso más valioso del mundo, lo que por supuesto significa que es un tema candente entre los políticos. Las organizaciones gubernamentales están aprendiendo a entender y tratar los datos a nivel regional, nacional e internacional, no porque quieran, sino porque tienen que hacerlo. Los datos son así de importantes.

Big data y aprendizaje automático

Para entender cómo los datos han cambiado la política, primero hay que comprender qué son los big data y cómo su compleja interacción con el aprendizaje automático cambia las reglas del juego. El big data es esencialmente datos a escala masiva, mientras que el aprendizaje automático es un subconjunto de la inteligencia artificial que se basa en enseñar a los ordenadores a «pensar» como seres humanos para que puedan resolver problemas abstractos.

El sistema de recomendaciones de Netflix es un gran ejemplo de big data y aprendizaje automático en acción. Sus algoritmos son capaces de procesar las enormes cantidades de datos de visionado que almacenan sobre cada uno de sus usuarios y, a continuación, hacer números y formular recomendaciones superpertinentes. El algoritmo de aprendizaje automático aprende a medida que avanza, lo que significa que cuantos más datos tenga acceso, mejor será.

A primera vista, podría parecer que esto no está relacionado con la política, pero la misma idea se aplica sin importar de qué traten los datos. Así, por ejemplo, imaginemos que la alcaldía tuviera acceso a datos de tráfico en tiempo real que pudieran ser analizados por algoritmos de aprendizaje automático para ofrecer sugerencias en tiempo real sobre cuándo cerrar carreteras o desviar el tráfico. Estamos hablando de un algoritmo que tiene el potencial de salvar vidas.

El poder de los datos

Los datos son conocimiento y el conocimiento es poder, que es una de las razones por las que los datos han cambiado la forma de pensar en la política. No hay más que ver el escándalo de Cambridge Analytica para ver la diferencia que pueden suponer los datos, especialmente cuando se trata de elecciones. Ni siquiera es algo nuevo. Al fin y al cabo, la campaña de reelección de Obama en 2012 tuvo un gran éxito gracias al uso inteligente de los big data.

Los datos -o, más concretamente, su interpretación- pueden hacer o deshacer una campaña política. Pero si bien es cierto que puede ayudar a las personas a ser elegidas para un cargo, también puede ayudarles a hacer su trabajo de forma mucho más eficaz y eficiente. Ya hemos hablado de los datos que se utilizan para mejorar los flujos de tráfico y hacer más seguras las carreteras. Ahora imaginemos que el mismo concepto puede aplicarse a todas las áreas que el gobierno debe supervisar y facilitar.

Por ejemplo, los datos y su análisis pueden ser utilizados por los responsables de la sanidad para determinar la mejor forma de asignar los fondos. Los ministros de Asuntos Exteriores pueden utilizarlos para simular complejos acuerdos comerciales o para predecir los efectos a largo plazo de situaciones políticas inciertas, como la decisión del Reino Unido de abandonar la Unión Europea. Puede utilizarse para identificar posibles amenazas terroristas o para avisar con antelación de brotes de enfermedades u otros fenómenos utilizando datos de población.

Cuando se trata de debates, en los que los políticos suelen ser bastante buenos, una de las bazas más poderosas es contar con un conjunto de datos que respalden el punto que se está tratando de exponer. El único problema es que los datos no mienten, pero la gente sí. La gente tampoco está de acuerdo con el significado exacto de los datos, y a menudo hay múltiples conclusiones potenciales que se pueden extraer. A menudo no hay una sola respuesta correcta.

Eso suponiendo que los políticos tengan acceso a los datos en primer lugar. Al fin y al cabo, uno de los mayores debates de nuestro tiempo es el de la privacidad y los datos que las empresas deberían poder almacenar sobre nosotros. Basta con mirar el nuevo Reglamento General de Protección de Datos (RGPD) para ver cómo están cambiando los tiempos.

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